¿Fracasó tu startup? ¡Felicidades! Vas camino al éxito.

Vaya que nos cuesta reconocer cuando no es posible alcanzar o concretar una meta o proyecto que se tenía planeado. La razón es porque, comúnmente, vemos al fracaso cómo algo “impensable” o “imperdonable”, contrario al éxito y que, en ningún sentido, puede permitirse que ocurra. 

Para el caso de las startups y las personas que las dirigen pasa algo parecido: cuando se inicia un negocio de este tipo es raro siquiera considerar la posibilidad de un descalabro que lleve a su cierre definitivo; hacerlo sería, según los “cánones del emprendimiento”, caer en el conformismo y preparar todo para una catástrofe. Pero, ¿realmente lo es? 

Para responder esta pregunta, es importante primero conocer los dos grandes motivos que pueden llevar a que una startup fracase: 

  • Causas externas: Un claro ejemplo de esta condición es lo que ha venido ocurriendo, en los últimos meses, con la pandemia y el paro de la actividad económica en todo el mundo; situación que, desafortunada e inevitablemente, ha impactado primero en las MiPyMEs y las startups. 


Por ejemplo: en el caso de nuestro país este fenómeno provocó que, entre 2019 y 2020, cerrarán -permanentemente- 20.8% de las empresas nacionales (poco más de un millón), de acuerdo con el Estudio de la Demografía de los Negocios (EDN), elaborado por el Instituto de Geografía y Estadística (INEGI). 

  • Causas internas: Los problemas también surgen desde casa. Y es que, muchas veces, son los mismos integrantes de la startup y sus fallos en la planeación y operación los que ocasionan que ésta no pueda continuar en el mercado. 

Sobre esto, la firma CB Insights refiere una serie de motivos por los que estos negocios reportan una alta tasa de mortalidad. De acuerdo a esta firma, algunas de ellas son: 

  • Falta de efectivo / incapacidad de lograr recaudar nuevo capital 

El dinero y el tiempo son finitos y deben distribuirse con criterio. Para las startups, quedarse sin efectivo, relacionado con la incapacidad de asegurar el financiamiento o el interés de los inversionistas es uno de los principales motivos de su fracaso.  

  • Sin una necesidad “clara” de mercado 

Abordar problemas que son “interesantes” de resolver en lugar de aquellos que satisfacen una verdadera necesidad del mercado es muy común en este tipo de negocios. 

En este caso, por ejemplo, la contingencia sanitaria vino a transformar la producción, atención y distribución de las empresas; aquellas que no se adaptaron a este cambio -muy probablemente- cerrarán definitivamente.   

  • Fue superada por otra empresa

A pesar de que muchas veces se habla de que las startups no deberían prestar atención a la competencia, la realidad es que una vez que una idea de modelo de negocio se pone de moda u obtiene la validación del mercado, otros pueden intentar capitalizar la oportunidad.

  • Modelo de negocio defectuoso 

Al establecer una idea de negocio y ponerla en marcha, es fundamental evaluar su viabilidad, posibles interferencias y formas de solución. El mercado cambia y la adaptabilidad y resiliencia se convierten en características básicas para que una startup pueda seguir operando. 

  • Desafíos regulatorios/legales 

Cuando una startup evoluciona, es probable que entre en un mundo de complejidades tributarias/legales que, muy probablemente, pueden acabar con ella. El desconocimiento o poca atención que se tenga a este tema condiciona -muchas veces- la vida de estos negocios. 


Fracasar no está mal

Iniciar y mantener un negocio implica un riesgo. Y, como ya lo vimos, existen situaciones que incrementan la posibilidad de un cierre definitivo. En relación a esto, uno de los grandes aprendizajes que me ha dejado participar con emprendedores y responsables de estos negocios es conocer cómo es su pensamiento y trabajo para enfrentar las situaciones adversas. 

Por ello, hay que reconocer, del mismo modo, a los que lograron hacer sobrevivir a sus negocios y a los que no, después de la pandemia. Ambos, desde mi perspectiva,  enfrentaron una etapa durísima para mantenerse en el mercado y lograr sortear las dificultades para operar, vender, cumplir con sus obligaciones fiscales y pagar a tiempo a su personal. Eso, sin duda, es loable y habla del gran espíritu emprendedor que existe en México. 

Por su parte, ex-empleados, recién egresados y amas de casa son algunos de los nuevos emprendedores y líderes de startups en México. Pero también, están los que no se rindieron y, luego de fracasar y cerrar su anterior empresa, decidieron volverlo a intentar. 

De todo ello, la principal lección es: las segundas oportunidades sí existen. La clave está en entender que, actualmente, la adaptación y la reinvención son elementos fundamentales para mantener un negocio en el mercado; y aunque haya tropiezos o malas rachas en el camino siempre existirá la posibilidad de volver a intentarlo. Porque fracasar también es parte de emprender y permite iniciar, un nuevo proyecto, con más experiencia.

Eduardo Medina

Líder Ejecutivo en Venture Capital